Mi historia con la imagen personal empezó desde la cuna. Me crié en la tienda de moda que mi abuela regentaba en mi pueblo allá por los años 90.

Mis primeros recuerdos son en ese mostrador, rodeada de cajas de conjuntos de lana para niños, visitas de viajantes rebosantes de producto de las nuevas colecciones y yo modelando todo lo que pudiera ser talla de niña de 5/6 años.

Como podrás imaginar, iba siempre vestida con las últimas tendencias y desde pequeña me gustó elegir mis outfits (creo que no se me daba mal, aunque mi madre todavía me recuerda los llantos por la mañana cuando se me antojaba poner un jersey de cashemir en verano o shorts en invierno…)

Muñecas a las que peinar y maquillar, sus mil vestidos, juegos de manicura para niñas, sandalias de tacón de juguete, recortables de muñecas a las que intercambiarles ropa… eran mis juguetes favoritos.

Por supuesto, mi pasión por la moda, las tendencias y todo lo que tuviera que ver con la imagen y la belleza fue creciendo a lo largo de los años.Llegó la adolescencia y como para la mayoría, fue una época de probar con todo tipo de estilos (si tb con esos de los que ahora me avergüenzo) en una misma semana podía ser rapera, pija, emo y bakala …

Afortunadamente ya para los 14/15 años me fui encontrando.  Me llamaban la atención las mujeres que vestían arregladas, combinadas, que usaban tacones, que llevaban bonitos peinados aunque fueran sencillos,que cuidaban su imagen y se veían elegantes, así que empecé a replicar lo que me gustaba de ellas.

Después del instituto, llegó la universidad, el máster, mi primer trabajo (cómo no podía ser de otra manera en retail de moda), mi primer emprendimiento (una tienda de ropa), y tras una pandemia el darme cuenta que lo que me apasionaba no era la moda, no era la ropa, si no la imagen personal.

Siempre he sido esa amiga que te corta el flequillo, que te pinta la raya del ojo y que tiene obsesión por las cejas.

También he tenido la suerte de innatamente tener la habilidad de sacarme partido, de saber potenciarme y de gracias a ello destacar positivamente por mi imagen. Puedo asegurar que mi imagen y mi dominio sobre ella, me ha abierto muchas puertas y me sigue facilitando la vida, día a día y hasta en las cosas más cotidianas.

Quede claro que no hablo de ser más o menos guapa, pues la belleza es relativa, me refiero al poder de nuestra imagen como la herramienta facilitadora que te lleve a conquistar tus metas.

Y es justo esto. Este poder que domino, (innatamente y por mi historia) lo que quiero compartir contigo y por lo que elegí ser asesora de imagen personal. Para que tu vida también sea más fácil, para que todas esas puertas hacia tu éxito (sea salud, dinero o amor) se abran ante ti gracias al dominio de una imagen personal potente y de impacto.